domingo, 23 de septiembre de 2018

Reflexiones sobre mi abuelo Luis A.M. López

5 de enero de 1973, La Plata, izq-der. Hugo, Amalia y Luis A.M. López

La Plata, 5/1/73, izq-der. el abuelo Luis, la abuela Teresa, H. López y la abuela Amalia
Luis A. M. López, año 1937
Luis A.M. López, 18 años
Luis. M. López (a pie), sin data
sin data, Carlos Paz, Córdoba

Querido Abuelo Luis,
Quería decirte que siempre te admiré, desde chico eras una figura importante, pero lamentablemente la relación con mi madre, no era de las mejores.
En el comienzo de mi madurez comencé a interpretar la vida de un hombre que:
-Quedo huérfano a los 9 años.
-Que se tuvo que ir a vivir a una pieza con un hermano mayor, caminando casi 20 cuadras con un colchón sobre su cabeza.
-Que en los principios de su noviazgo juvenil, fue rechazado por el que un día sería su suegro
-Qué se fue, aún joven a buscar trabajo a Chile y a Brasil
-Qué crió su primer hijo en condiciones económicas desfavorables.
Te cuento algo, me separé y divorcié de una mujer maravillosa (vos la conociste, estuviste en el casamiento), pero la vida tiene sus vueltas. Como resultado de ese divorcio, finalmente llegó a mis manos el mueble que hiciste, con tus manos,  en la pieza que vivías con  finalmente tu esposa, la abuela Teresa y papá. Tiene una luna, alterada por el tiempo (nada más que 97 años…) o sea que dentro de tres años hacemos una reunión para festejar el centenario (siempre que yo esté…).
Esto, más una pared a la que llamo el “rincón de la memoria”, que tiene diferentes imágenes desde tu suegro que te tiraba piedras, hijos, nietos, bisnietos, sobrinos, primos, padres, etc., algunos se murieron llevándose mal, pero yo los uní en esta pared!!. Tanto el mueble como  las imágenes me acompañan en mis momentos de soledad que son muchos…
Te recuerdo en tu ferretería, cuándo me preparabas el té con limón y yo te hacía contar por enésima vez cuándo papá era muy chico y vos salías a buscar trabajo, en la década del 30 y si conseguías “un peso”, eso te permitía planificar , en algo, tu vida.
Fuiste un socialista auténtico, formado en las bibliotecas de ese partido, un hombre cultivado más de algunos pelotudos universitarios que conozco personalmente. Recibías La Vanguardia, admirador del Alfredo Palacios y por supuesto anticlerical. Esto último, hoy lo comparto fervientemente,  abuelo querido, ¡Cuánta razón tenías!
Como reproche te diría que no me gustó que, de alguna manera, mi padre no hubiera seguido su vocación o sea, el dibujo y la pintura. Pero también es cierto que no tuvo “las pelotas” de hacerlo, vaya a saber que pasaba en su cabeza, y si eso hubiera sucedido yo no estaba escribiendo estas líneas.
En lo que respecta a mí, me comporté como un pelotudo de seguir disfrutando tu compañía, por pelearme con tu segundo hijo, lo que lo llevo como una gran culpa.
Sólo puedo decirte que te he querido y admirado siempre. Esto sirve?, no lo sé, pero necesito decírtelo.
Te quiero, tu nieto.

Pelusa
Septiembre, 2018-09-23

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